Tanto las fresas como los fresones son una fruta que se deteriora con gran facilidad. Para alargar la conservación de las mismas, lo mejor que podemos hacer es almacenarlas evitando que se amontonen y se escachen unas con otras. Si queremos consumirlas más adelante, debemos mantenerlas en el frigorífico enteras, tal y como las hemos comprado.
Sólo se recomienda cortar la fruta momentos antes de consumirla, ya que al entrar en contacto con la luz y el aire, se produce una oxidación y pérdida de vitamina C.